La jerarquía eclesiástica se refiere a la estructura de autoridad dentro de una iglesia o religión. Aunque esta jerarquía puede variar entre las diferentes denominaciones y tradiciones religiosas, a continuación se presenta una descripción general de la jerarquía eclesiástica en la Iglesia católica romana:
Papa: El máximo líder de la Iglesia católica romana. Considerado el sucesor de San Pedro, es el obispo de Roma y tiene la autoridad suprema sobre la Iglesia.
Cardenales: Son los más altos funcionarios en la jerarquía de la Iglesia después del Papa. Son nombrados por el Papa y poseen el poder de elegir al nuevo Papa en caso de vacancia.
Obispos: Son los líderes regionales de la Iglesia. Cada diócesis está encabezada por un obispo, quien es responsable de la supervisión pastoral y administrativa de la diócesis.
Arzobispos: Son obispos que tienen supervisión sobre una arquidiócesis, que es una diócesis de mayor importancia o historial.
Sacerdotes: Son los ministros ordenados que pueden administrar sacramentos, como la Eucaristía y la confesión. Son asignados a parroquias y están bajo la autoridad del obispo local.
Diáconos: Son ministros ordenados que tienen un papel de servicio en la Iglesia. Pueden asistir a los sacerdotes en las liturgias y tienen la capacidad de oficiar matrimonios y realizar bautismos.
Además de estas posiciones, existen otras funciones y roles dentro de la jerarquía eclesiástica católica, como monjas, hermanos religiosos y laicos comprometidos, quienes también desempeñan un papel importante en la vida y ministerio de la Iglesia. Cabe mencionar que esta descripción se enfoca en la jerarquía de la Iglesia católica romana y que otras denominaciones pueden tener sus propias estructuras de autoridad eclesiástica.